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Es necesario que existan buenas políticas públicas que permitan la inserción y crecimiento de la mujer en el entorno educativo, familiar y laboral, que la impulsen a un mayor acceso a la educación y a su posterior ejercicio profesional.

Por Martha Casas. 14 marzo, 2022. Publicado en Suplemento Semana, El Tiempo, el 13 de marzo del 2022.

El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966 de las Naciones Unidas reconoce la educación como un derecho. En las sociedades modernas, esta es considerada un derecho humano elemental; por ello, suele ser ofrecida gratuitamente a los estudiantes por el estado, como escuelas públicas; sin embargo, existen escuelas privadas que cubren el exceso de demanda de educación o las carencias que esta tenga en el sector público. La educación es, por tanto, el proceso mediante el cual se afecta a una persona, estimulándola para que desarrolle sus capacidades cognitivas y físicas para que pueda integrarse plenamente en la sociedad, que puede ser formal o informal y busca generar aprendizaje.

En esta semana, cuando se ha conmemorado el Día Internacional de la Mujer, es importante saber que muchas han dejado huella, hicieron sus sueños realidad y dejaron grandes avances educativos, entre ellas tenemos a Concepción Arenal, periodista, escritora y licenciada en Derecho quien se disfrazó de hombre para poder asistir a la universidad; y,  tras una larga lucha fue autorizada a asistir a clases. Las hermanas Rosa y Carolina Agazzi, pedagogas italianas, trabajaron en la educación infantil, fomentando la independencia educativa usando el juego como motor del aprendizaje y lucharon por reducir a su mínima expresión la dureza en los reglamentos internos en la educación.

Por su parte, María Montessori, la primera mujer italiana en graduarse en Medicina, también estudió educación para ayudar a los niños con problemas de aprendizaje; fue nominada al premio Nobel 3 veces. Conocida por el Método Montessori, luchó por sacar el potencial de los niños con discapacidades, para que tuvieran una vida mejor; y, Hellen Adams Keller, quien a los 2 años perdió la vista por una enfermedad, fue la primera persona con discapacidad auditiva y visual en obtener un título universitario, promovió el sufragio femenino e Ingresó a Radcliffe College (Harvard) donde se licenció.

También dejó su huella Malala. A los 12 años escribió un blog para la BBC, bajo un seudónimo; y, NYT le hizo un documental. El 12 de octubre del 2012, hubo un atentado en Pakistán y, en el autobús escolar donde viajaba, recibió 3 disparos. Por su lucha contra la supresión de los derechos de los niños y los jóvenes, y por el derecho de todos los niños a la educación, a los 17 años ganó el Premio Nobel de la Paz. Por ello, la Unesco y el Gobierno de Pakistán iniciaron el programa Derecho de las Niñas a la Educación, que cuenta con apoyo del Fondo de Fideicomiso Malala; sin embargo, todavía hay 31 millones de niñas en edad de cursar estudios primarios que están sin escolarizar y tres millones de ellas se encuentran en Pakistán.

A pesar de los grandes aportes en la educación, las cifras no son muy halagadoras. Según el informe “Brechas de Género en América Latina” (2019), del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), uno de cada tres hogares es liderado por una mujer con bajos niveles educativos. Y, en América Latina, 26% de las niñas de 12 a 17 años no completó la Primaria y casi un 43% de las jóvenes de 18 a 23 años no culminó la Secundaria; así mismo, de cada 10 trabajadores de entre 25 y 54 años, solo 4 son mujeres. Además, el salario medio de una mujer latinoamericana es un 11% más bajo que el de un hombre y la brecha se hace más grande a un 22% en trabajos con características similares.

Sin ir muy lejos, y observando las cifras peruanas según el INEI (2013), en el Perú solo el 31,6% de las mujeres que trabajan han conseguido estudiar Primaria, y el 31;9% no tiene ingresos propios. Esto quiere decir que, 6 millones 888 500 mujeres trabajan en el Perú; 1 de cada 4 es jefa del hogar, las horas promedio de trabajo femenino semanal son 75 horas, 9 horas más que la de los hombres; y, su salario está 30% por debajo del de ellos.

Según la Unesco (2013), la pobreza y el trabajo infantil están asociados directamente con la deserción escolar, lo que afecta a un grupo grande de niñas, sobre todo en las zonas rurales; por ello, las brechas de género subsisten muy a pesar de los avances que se han obtenido durante los últimos años. Esto ha impulsado, en gran medida, una menor participación de las mujeres en el mercado laboral, mayor trabajo informal, restricciones en la toma de decisiones, crecimiento de hogares monoparentales liderados por mujeres, responsabilidades familiares dispares en relación con sus parejas.

Es necesario, por ello, que existan buenas políticas públicas que permitan la inserción y crecimiento de la mujer en el entorno educativo, familiar y laboral, que la impulsen a un mayor acceso a la educación y a su posterior ejercicio profesional. En términos de educación, nos queda aún mucho terreno por recorrer.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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